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Jesús en los brazos de María. |
AVE MARÍA PURÍSIMA.
"Desde hace 50 años, los que se dicen "espíritus libres" porque han desertado de la Milicia de los Ergástulos, deliran por asesinar por segunda vez a JESUCRISTO. Por matarlo en el corazón de los hombres".
El "Testamento de María", novela escrita por el irlandés Colm Tóibin, es simplemente un intento vano de sembrar cizaña (dudas) en los corazones de los hombres.
El novelista Colm no tiene el menor inconveniente en despojar a la Santísima Virgen María de toda su grandeza haciendo de ella una mujer sometida a toda clase de dolores, temores y desconfianzas.
Siguiendo el mismo camino el director Villaronga junto con Enrique Juncosa deciden llevar la novela al teatro y escogen, para el monólogo, a la actriz Blanca Portillo.
Actriz que ya no es la primera vez que muestra en público su fobia a la religión católica.
(En el Festival de Teatro de Mérida, con sus directoras, la actriz Blanca Portillo y la productora Chusa Martín, se vio obligado a retirar una insultante foto que formaba parte de la exposición Camerinos que el fotógrafo Sergio Parra muestra en diferentes espacios de la ciudad durante el festival. Portillo y Martín han afirmado que dimitirán en cuanto termine el certamen).
En este caso del Teatro de Mérida, exposición Camerinos, la actriz no tuvo reparo alguno en esconder su intención tras el burladero del arte pretendiendo que éste nunca es insultante diciendo; "En el ánimo del Festival jamás ha estado ni estará la intención de ofender, insultar ni vulnerar los derechos individuales o colectivos de nadie", y añaden que "el arte es siempre y por encima de todo un espacio de libertad cuyo objetivo nunca es ofender sino mostrar y mover a la reflexión".
Lo dicho; el arte es, para Blanca Portillo, el burladero oficial del artista que quiere insultar gratuítamente a la Iglesia Católica sin asumir coste alguno por hacerlo. Lo de "mover a reflexión" me lleva a plantear lo siguiente; ¿Porqué no le colgaron, al homosexual de la foto, una media luna en sus testículos en vez de una cruz?.
Pero volviendo a la novela que nos ocupa; el texto habla de los últimos días de la Virgen María, una parte de él dice; "Es una mujer que rememora los acontecimientos que le han tocado vivir pero no lo hace como Virgen ni como reina de los cielos, sino como una madre judía convencida de que su hijo se ha dejado corromper por las influencias políticas".
Y, con la lucidez que solo provoca el dolor -sigue diciendo Colm Tóibin en el libro- llega a la conclusión de que el sacrificio de su hijo "no valió la pena".
Lo que me hace, de nuevo, recordar otro pasaje del libro "HISTORIA DE CRISTO" donde dice; "Y he aquí un escuadrón de faroleros y pintureros del espíritu, dispuestos a fabricar "monólogos" para consumo de los irreligiosos".
María sabía que, a su Hijo Jesucristo, lo iban a clavar en una Cruz;
"-¡Que muera! -gritaban Anás y Caifás, y a su lado silbaban las víboras fariseas, chillaban los negociantes en los animales de los sacrificios, los cambistas de moneda de tributo, los alquiladores de burros de carga, los mozos de las caravanas.
-¡Qué muera! -clamaban los escribas envueltos en sus capas doctorales, los mercaderes de la feria pascual, los taberneros de la ciudad alta, los levitas, los servidores del templo, los inventadores de monólogos, los dependientes de los usureros, los galopines de los sacerdotes, toda la gentuza servil apretujada ante el Pletorio".
Todos los profetas del Antiguo Testamento sabían que el MESÍAS iba a ser asesinado, de manera infame, por los sumos sacerdotes. Y la Santísima Virgen María estaba al tanto de todo lo que iba a suceder y, a pesar del inmenso dolor que la embargaba, lo aceptó con la misma entrega que lo acogió en su seno purísimo, con la dignidad de una reina y con la humildad de ser la mismísima Madre de Dios. Decir otra cosa es faltar a la verdad.
El monólogo es, en sí mismo, un insulto a la inteligencia
Siguamos con Papini;
"Y Zaratthustra, después de haber arrojado al mediterráneo los textos griegos de Leipzing y las obras de Maquiavelo, comenzó a brincar, con la gracia que puede tener un alemán nacido de un pastor luterano y recién llegado de una cátedra helvética, a los pies de la estatua de Dionisio. Pero aunque sus cantos eran dulces al oído, no consiguió nunca explicar qué es esa adorable vida a la que pretendía sacrificar una parte tan viva del hombre como es la necesidad de reprimir los propios instintos de bestia, ni supo decir en qué manera CRISTO, el CRISTO verdadero de los Evangelios, se opone a la vida, cuando ÉL precisamente quiere hacerla más alta y feliz.
Y el pobre Anticristo, cuando estuvo próximo a la locura, firmó su última carta; "EL CRUCIFICADO".
"La crucifixión era el más cruel y horrible de los suplicios. El que causaba más dolor y por más tiempo. Si sobrevenía el tuétanos, un sopor compasivo apresuraba la muerte; pero los había que resistían, padeciendo cada vez más, hasta el día siguiente y más. La sed de la fiebre, la congestión del corazón, la turgencia de las venas, el estiramiento de los músculos, los vértigos y los dolores agudísimos de cabeza, la angustia dilacerante y creciente no bastaban a vencerlos. Pero los más, al cabo de doce horas expiraban.
La sangre de las cuatro heridas de JESÚS habíanse coagulado en torno a la cabeza de los clavos; pero cada sacudida hacía fluir otros hilos, que caían, lentos, a lo largo de la cruz y goteaban en tierra. La cabeza habíase doblado, por el dolor del cuello, hacia un lado; los ojos, aquellos ojos mortales a que se había asomado Dios para mirar la tierra, estaban ya vidriados por la agonía, y los labios, lívidos, flanqueados por el llanto, resecados por la sed, contraídos por la afanosa respiración, mostraban los efectos del último beso, del beso apestoso de Judas.
Así muere el Hombre-Dios, que ha librado de la fiebre a los calenturientos, que ha dado el agua de la vida a los sedientos, que ha despertado a los muertos de los féretros y de los sepulcros, que ha devuelto el movimiento al petrificado por la parálisis, que ha ahuyentado a los demonios de las almas bestializadas, que ha llorado con los que lloraban, que ha hecho renacer a vida a los malos en vez de castigarlos, que ha enseñado con palabras de poesía y pruebas milagrosas el amor perfecto que los brutos delirantes, revolcándose en el sueño y en la sangre, nunca hubieran podido descubrir.
Ha cerrado las llagas y han llagado su cuerpo intacto; a perdonado a los malhechores, y le condenan, inocente, los malhechores entre malhechores; ha amado infinitamente a todos los hombres, incluso a aquellos que no merecían su amor, y el odio le ha clavado aquí, donde el odio es castigado y castiga; ha sido justo como la justicia y se ha consumado en su daño la injusticia más dolorosa; ha llamado a la santidad a los hombres envilecidos y ha sucumbido a manos de los envilecedores; ha traído la vida y le dan, en cambio, la muerte más ignominiosa.
Tanto se nesesitaba para que los hombres pudieran aprender de nuevo el camino del Paraíso; elevarse de la borracha bestialidad a la embriaguez de los santos; resucitar de la inerte imbecilidad, que parece vida y es muerte, a las magnificiencias del Reino de los Cielos.
Que la mente se incline ante el misterio indescifrable de esta necesidad que a algunos escandaliza; pero que el corazón de los hombres no olvide a qué precio se saldó nuestra enorme deuda.
Diecienueve veces cien años los hombres renacidos en CRISTO, dignos de conocer a CRISTO, han llorado el recuerdo de aquel día y de aquel martirio.
Pero todas nuestras lágrimas, recogidas como un amargo mar, no bastan a pagar una sola de aquellas gotas que cayeron, rojas y lentas, sobre el monte de la Calavera".
(Textos de Giovanni Papini).